Si hablamos de mejorar tu concentración y atención, estoy seguro de que esta escena te sonará: recibes una notificación de YouTube sobre un nuevo vídeo. Haces click/tap para echarle un vistazo. Te auto-engañas a tí mismo/a pensando que sólo serán unos minutos. Casi una hora después sigues en YouTube, consumiendo un material que ni siquiera te interesa.

Antes de entrar en materia te adelanto que a mí también me pasa y no, tú no eres más débil que los demás.

En este artículo te voy a explicar los que para mí son los motivos más comunes por los que te cuesta concentrarte. Por casualidad también son las razones por las que sospechas que nunca terminas nada de lo que empiezas.

Mi objetivo es que una vez entiendas las causas, es decir, los procesos y mecanismos que te roban —literalmente— la atención, puedas evitar los efectos.

La falta de información ya no es el problema

El acceso a la información que tú y yo como ciudadanos occidentales disfrutamos hoy en día, no tiene comparación con ninguna otra época en la historia. Nunca antes había sido tan sencillo acercarse al conocimiento. Sea lo que sea lo que quieras saber, puedes tener una respuesta en segundos.

Espero que coincidas conmigo: el conocimiento ya no está oculto. El saber ya no es propiedad de logias cerradas o grupos selectos; está al alcance de tu mano. Su fácil acceso debería acercar la cultura y el progreso a muchas personas, sin embargo provoca el efecto contrario: confusión y falta de acción. ¿Cómo es posible?.

Si el acceso a la información ya no es un problema, ¿cuál es el problema entonces?.

A mi juicio, el problema es que hemos pasado de la falta de información al exceso de información. Hoy en día somos bombardeados a cada momento con mensajes de todo tipo. Esto hace que el conocimiento más trascendental y valioso esté mezclado con información que no tiene ninguna utilidad y cuyo único objetivo es generar determinados tipos de opinión.

Es verdad: el conocimiento ya no está oculto. Ahora está mezclado con basura.

Parece increíble, pero para conseguir que tu atención vuelva y poder concentrarte más, primero tienes que aislarte de toda la información. Toda. Debes crear un caparazón insonorizado del que sólo salgas en excursiones diseñadas para obtener la información que quieres, no la que ellos quieren que quieras.

Todos luchamos por tu atención

Si hablamos de poder e influencia, muy por encima del dinero y el sexo se encuentra la atención. Todos queremos atención. El que la tiene es encumbrado al 1% y, de repente, recibe un trato especial. Estas personas son contactadas por marcas comerciales para que, a través de su atención, lleguen a la tuya y compres sus productos.

¿No te lo crees?. Piensa en YouTubers famosos, por ejemplo. Es un proceso muy sencillo y que ocurre una y otra vez: las personas con influencia ponen a la venta tu atención en ellos para que otros —empresas— puedan explotarla y rentabilizarla llegando a tí y haciendo que compres sus productos y servicios.

No sólo los influencers, todos queremos tu atención para que te comportes de determinada forma: compres determinados productos, adores determinadas marcas, votes a determinados partidos, te ofendas por determinadas cuestiones y te quejes de determinados sucesos.

Este es el motivo por el que es —casi— imposible progresar en la dirección que tú elijas: hay cientos de fuerzas invisibles que tiran de tí en otras direcciones y es muy fácil dejarse llevar por ellas. Prueba a encender la TV.

Estoy seguro de que no te he descubierto nada que no supieras o, al menos, sospecharas. Lo siento, esto funciona así. No tiene que gustarte, pero tienes que ser consciente de ello para poder superarlo.

Ya te he descubierto cuál es el primer paso para recuperar lo que es tuyo. Vamos a ver cómo ponerlo en práctica.

El entorno es clave

En mi experiencia, aunque tengas las mejores intenciones y estés motivado/a al máximo, si tu entorno no se alinea con tu voluntad siempre acabará por sabotear tus planes.

Tienes que hacer un examen sincero de tu día a día. Revisar qué consumes, qué lees, qué escuchas, qué ves, con quién hablas y de qué hablas. Sé por experiencia que es duro. Incluso puede que brutal, pero debes ser consciente de la influencia que tu entorno ejerce sobre tí.

Entiende esto por favor: si algo o alguien no te acerca activamente a tus objetivos, te está alejando de ellos.

Debes eliminar todas las distracciones que te sea posible. Por ejemplo: no te sientes frente a la TV si no es para consumir contenido elegido previamente (Netflix, series, documentales, etc); no escuches la radio, escucha podcasts elegidos por tí; ni se te ocurra leer prensa generalista, su único objetivo es que pienses de determinada forma.

De igual forma, cancela todas las notificaciones de Apps sociales en tu smartphone (sobre todo la del correo-e). Prueba a hacerlo durante un mes. No te creerás los resultados.

Si haces todo lo que he descrito habrás pasado de tener un déficit a tener un superávit de atención. Atención que puedes dedicar a lo que de verdad te importa: tus objetivos.

Define unos objetivos

Es increíble la cantidad de personas que dejan transcurrir los días, semanas y años sin establecerse unos objetivos. Lo más triste es que si tú no eliges lo que quieres ser, lo que quieres hacer y lo que quieres conseguir, alguien lo hará por ti.

Si no tienes un destino definido en el viaje de la vida lo más probable es que acabes en un lugar en el que no quieres estar.

Hazle un favor a tu yo del futuro y siéntate media hora con papel y lápiz. Piensa en lo que quieres conseguir este año y el año que viene. Sé sincero/a contigo mismo/a.

Guarda ese papel o nota digital en un lugar seguro. Cada mañana, nada más levantarte, léelo. No sólo lo leas como quien lee un prospecto médico: añade sentimiento a lo que lees.

Ahora que sabes lo que quieres, debes seleccionar los recursos, personas e influencias que te ayuden a conseguir tus objetivos.

La palabra «seleccionar» es la clave. Se acabó el ir por la vida consumiendo lo que te echen sin protestar. A partir de ahora tú eliges el qué, el quién y el cuándo.

Disfruta del proceso, es más importante que el objetivo

Conseguir recuperar tu atención para definir tus objetivos y saber lo que quieres es importante. Sin embargo, no es lo más importante.

El verdadero valor está en quién te conviertes durante el proceso para conseguirlo.

Una vez te deshagas de las distracciones que te han mantenido anestesiado/a te darás cuenta de quién eres en realidad. Unos objetivos claros te ayudarán a saber hacia dónde dirigirte, pero será el proceso diario con sus pequeñas disciplinas las que te acercarán a tu destino.

Una vez recuperes tu atención podrás decidir lo que quieres ser y trazar un plan para conseguirlo. En el camino habrá días buenos y días no tan buenos, pero ya nada ni nadie podrá detenerte.