Esta no es la primera vez que hablo sobre el trabajo con clientes. Sí es la primera vez en la que te voy a explicar la que para mí es la única metodología de trabajo con clientes a prueba de cualquier problema imaginable.
Te digo más: lo que voy a contarte no sólo sirve para el mundo profesional; sirve para todas las facetas de la vida en general.
Si alguna vez has trabajado en un proyecto para un cliente o tienes la intención de hacerlo, créeme, este artículo es para ti.
No voy a hablarte de nuevas formas de comunicación, no voy a descubrirte ninguna App o herramienta ni voy a presentarte ningún modelo de contrato que te hará invulnerable. Todo lo contrario: no se trata de factores externos.
Aunque resulte complicado de entender al principio, debes comprender que todas tus malas experiencias anteriores trabajando con clientes y cada uno de los problemas que derivados de ellas son y han sido tu responsabilidad. Tú eres el responsable. El único responsable.
Aunque resulte complicado de entender al principio, debes comprender que todas tus malas experiencias anteriores trabajando con clientes y cada uno de los problemas que derivados de ellas, son y han sido tu responsabilidad. Tú eres el responsable. El único responsable.
Entender bien que todo depende de uno mismo —para lo bueno pero también para lo malo— es el primer paso hacia un mayor desarrollo profesional. Un trago amargo que sin embargo te permitirá ver con otros ojos el trabajo con clientes.
Los malos clientes no existen
Vamos a derribar un mito: no existen los malos clientes (clients from hell). Existen malos profesionales que seleccionan mal a sus clientes. Ningún posible cliente puede obligarte a trabajar con él/ella. Es tu decisión.
Si aún sabiendo el tipo de persona, empresa u organización, decidiste seguir adelante, ¿acaso te extraña que se haya torcido el proyecto?. Es tu responsabilidad.
Si no eras consciente de la cultura de trabajo del cliente o de su forma de ser en general es que no hiciste tus deberes, no preguntaste y te informaste lo suficiente o peor aún: no tienes un filtro por el que seleccionar con quién trabajas. En todos los caos sigue siendo tu responsabilidad.
Al dejar de apuntar con el dedo a los clientes, los impuestos, la competencia, el clima o cualquier otro factor externo, recuperas el control de la situación —y de tu vida—. Ahora si puedes comenzar a hacer algo al respecto. Ahora si está en tu mano hacer los ajustes necesarios ya que todo depende e ti.
Al dejar de apuntar con el dedo a los clientes, los impuestos, la competencia, el clima o cualquier otro factor externo, recuperas el control de la situación —y de tu vida—. Ahora si puedes comenzar a hacer algo al respecto. Ahora si está en tu mano hacer los ajustes necesarios ya que todo depende e ti.
Bienvenido/a al 1%
En una sociedad donde todo el mundo persigue y reclama atención, responsabilizarte por todo lo que ocurre en tu vida te sitúa por encima de la mayoría de las personas.
Piénsalo por un momento: todos buscan la forma de zafarse, la manera de culpar a otro/a y salir indemne de la situación. Lo has visto miles de veces, tanto en lo personal como en lo profesional.
Ahora imagina una escena en la que, por ejemplo, llamas a tu cliente para comunicar un retraso en la entrega del proyecto. Algo bastante común en los proyectos digitales. Imagina que, sin más, en lugar de diseñar una historia donde tú eres otra víctima y donde minimizas tu responsabilidad, sencillamente, dices la verdad. Sin adulterar. Sin más. Sólo la verdad. Si, has leído bien, la verdad. Le comunicas el problema, la causa y la solución.
Algo así como «no he sabido mantener el control de los tiempos para que a pesar de todas las dificultades poder cumplir el plazo de entrega. He puesto a disposición del proyecto nuevos recursos para asegurarme de que en ___ horas todo estará finalizado. No volverá a ocurrir. Como compensación por la demora descontaré un ___ % del precio final. Siento las molestias que esto pueda ocasionar.»
En lugar de culpar a otros, tú tomas toda la responsabilidad y te posicionas a la vez como fuente del problema y, porque lo reconoces, te conviertes también en la solución: lo único que le importa al cliente.
La responsabilidad extrema es tan poco común que te hará destacar inmediatamente en el mejor de los sentidos. Intenta ponerte en la piel del cliente que recibe la comunicación descrita arriba por parte de su proveedor.
Todos los proyectos sufren dificultades y contratiempos por muy concienzudamente que estén planificados. Cualquier cliente está acostumbrado/a a retrasos. Una demora en el plazo de entrega no es novedad, asumir la responsabilidad sin culpar a nadie más si lo es porque —casi— nadie lo hace.
Todos los proyectos sufren dificultades y contratiempos por muy concienzudamente que estén planificados. Cualquier cliente está acostumbrado/a a retrasos. Una demora en el plazo de entrega no es novedad, asumir la responsabilidad sin culpar a nadie más si lo es porque —casi— nadie lo hace.
Imagina la enorme inyección de confianza y respeto que puedes obtener al actuar de esta forma en cada faceta de tu vida.
Conclusión
La única forma de tener el control verdadero de cualquier proyecto y de tu vida en general es asumiendo la total y absoluta responsabilidad de todo lo que te ocurre.
En lugar de dedicar tu tiempo y energía a buscar la manera de eludir la responsabilidad, lanzándosela a otro, ten el valor de buscar al verdadero responsable mirándote al espejo.
Todo depende de ti. Entiéndelo de una vez: no podrás crecer profesionalmente hasta que no asumas el control total de tu vida.
¿Es extremo este planteamiento?. Es posible, pero deambular por la vida culpando a otros de tus errores, problemas o circunstancias como alternativa, es patético.
Sin dudarlo prefiero ser extremo conmigo mismo a ser un perdedor.
¿Y tu?.
Referencias
El concepto de responsabilidad total no es nuevo para mí. Sin embargo la idea de escribir este artículo surgió tras leer el libro Extreme Ownership: How U.S. Navy SEALs Lead and Win, de Jocko Willink, el cual te recomiendo si de verdad estás comprometido con llegar a otro nivel profesional.