El vídeo no te enseña a programar. Nunca lo hizo

Una crítica directa al modelo de aprendizaje basado en vídeo y por qué la IA generativa por fin permite una formación técnica real, personalizada y basada en práctica.

Como profesor, aprender a aprender es un tema que siempre me ha fascinado. Conecta conmigo de forma directa. Por eso mis opiniones aquí, aunque basadas en experiencia de años de formación, pueden ser más viscerales de lo normal.

Tómate esto como un disclaimer.

Lo que voy a exponer es mi visión sobre el aprendizaje técnico (programación Web) online en la era IA. Cómo la mayoría la usa de forma ineficiente y simplista y, sobre todo, por qué es posible que IA generativa sea el origen de un nuevo tipo de formación online que hasta hace nada era ciencia ficción.

Un único modelo

Pero antes de mirar al futuro, centrémonos en el presente.

Cualquiera que haya intentado aprender programación online ha terminado en una plataforma de vídeo.

Ese es el modelo. Eso es lo que hay.

Vídeo al 100%.

Más o menos cantidad, mayor o menor calidad. A veces acompañado de algo de contenido textual, quizás algún ejercicio suelto, pero el vídeo es el centro de la experiencia.

Y lo entiendo. Durante años, yo también he abusado de él.

Tampoco cuestiono la calidad —hay ejemplos brillantes, incluso a pesar de las limitaciones del medio.

La apertura del formato vídeo a creadores de todo el mundo ha sido un momento cultural clave. Gracias al él se ha compartido conocimiento a millones de personas, separadas por miles de kilómetros.

Algo revolucionario... en 2003.

Pero si hablamos de programación Web —o de cualquier conocimiento que requiere práctica, no basta. El vídeo no termina de funcionar. Nunca lo hizo.

La realidad es que, desde el primer día, es un modelo ineficiente.

Es solo que no existía una alternativa.

Hasta ahora.

Una única propuesta

Este es el problema principal: un único método, es decir, el mismo sistema para todos.

Conforme tú entras tus preferencias y estilo de aprendizaje salen por la ventana. Si encajas, perfecto. Si no, mala suerte: te jodes.

En un vídeo de una hora (que puede partir de un curso de cincuenta, o sesenta u ochenta horas) el individuo es una visualización más.

Cero personalización. Cero consideración por el alumno que tiene que operar sobre él.

¿Se puede aprender así? Sí, pero es a pesar del medio, no gracias a él. Igual que puedes tener sexo haciendo el pino: posible, pero lejos de ser eficiente.

El contenido tiende a reciclarse y la métrica sigue siendo la cantidad, no la eficacia.

Todos los que hemos creado y/o consumido sabemos que no funciona del todo, pero nadie hace nada. Bueno, sí, añadir aún más más vídeo, ahora en 4K y con edición de estudio.

El acceso al contenido ya no es el problema.

No lo es desde la adopción mainstream de Internet.

El reto real es el consumo, la dosis, la asimilación y, sobre todo, la aplicación.

Es la única herramienta

¿Quiere esto decir que el vídeo como formato no tiene cabida en el aprendizaje online?. No. Para nada: el vídeo tiene su espacio, pero no todo el espacio.

Ya sabes, cuando solo tienes una herramienta, es fácil acabar usándola para todo, incluso cuando no es lo más efectivo.

El ser humano aprende mejor observando a otros en acción. El descubrimiento de las neuronas espejo por Giacomo Rizzolatti confirma que ver a otra persona ejecutar una tarea activa las mismas zonas cerebrales que cuando la realizas tú mismo.

Por eso, ver a un profesional programar, analizar errores, tomar decisiones en vivo, tiene valor pedagógico real.

Pero eso es solo una fase del aprendizaje. El avance ocurre cuando pasas de la observación pasiva a la práctica deliberada y el error individual.

Primero absorbes el conocimiento y los patrones, después tienes que enfrentarte al problema solo, aplicando y fallando por tu cuenta.

Vídeo sí, pero como una herramienta más, no como la única.

La ciencia es clara

Gracias a la ciencia sabemos cómo aprende el ser humano y cuáles son las condiciones óptimas para ese aprendizaje sea duradero. No se trata de un descubrimiento reciente: lo sabemos desde hace al menos 20 años.

¿La respuesta del sistema “ed-tech” ante cada avance?. Ya la sabes.

Más contenido enlatado.

Mientras que entornos de enseñanza “in person” se emplean algunas de esas claves (como la personalización, recuperación selectiva y demás), en las aulas virtuales se enseña de una forma que poco o nada tiene que ver con el interés del propio alumno o la efectividad del aprendizaje.

Claves científicas de aprendizaje

  1. Olvidamos rápido, salvo que practiquemos activamente. La curva del olvido de Ebbinghaus (1885). Si no recuperas la información (active recall), se evapora. El remedio está probado: spaced repetition (repetición espaciada), es decir, volver sobre lo que aprendes en intervalos crecientes, idealmente con retos activos, no pasivos.
  2. No es lo que lees, es lo que recuperas. Testing Effect (Karpicke & Roediger, 2008): la memoria no se fortalece repasando, sino intentando recordar, forzando el cerebro a “sacar” la información. Por eso los exámenes y microtests bien diseñados son necesarios.
  3. El feedback inmediato importa más de lo que crees. No basta con saber si algo está bien o mal. El feedback rápido y concreto (Hattie & Timperley, 2007) acelera el ajuste y corrige el rumbo. Esperar una semana al feedback es un anacronismo. El aprendizaje ocurre en el momento.
  4. La práctica deliberada no es hacer mucho, es repetir lo que no sabes. Ericsson (1993) lo demostró: los mejores no repiten lo fácil, sino que enfocan donde fallan. Sin sistema que te saque de la zona de confort y te rete donde flojeas, no hay progreso real.
  5. Aprender es construir sobre lo que ya sabes. Vygotsky, Novak y la psicología cognitiva lo han repetido mil veces: lo nuevo sólo se pega si puedes conectarlo a lo viejo. El aprendizaje aislado es un espejismo.
  6. La personalización multiplica el resultado. 2 Sigma Problem (Bloom, 1984): los alumnos que reciben feedback personalizado sacan resultados dos desviaciones estándar por encima de los que solo tienen feedback generalista.
  7. No hay motivación sin autonomía. Deci & Ryan (1985): la motivación extrínseca (badges, puntos, gamificación) tiene poco recorrido. Lo que cambia el juego es la disciplina, la autonomía y el sentimiento de control sobre tu aprendizaje.
  8. Aprender en comunidad refuerza el proceso. Bandura, Lave y Wenger: el aprendizaje social es un factor de multiplicación. Compartir, explicar, discutir, ver errores y soluciones de otros te hace mejorar mucho más rápido que en solitario.

Ahora ya sabes por qué olvidas lo que estudias o por qué tienes todos esos cursos cutres sin terminar, o si los terminas por qué te dejan la sensación de “en realidad no me he enterado de nada”.

Uso ineficiente de asistencia AI

Pienso que la IA generativa puede ser un factor clave —quizá el factor clave— en el aprendizaje online. Bien aplicada, puede revolucionar la forma en que aprendemos a distancia. Hablo de programación, que es mi terreno, pero esto vale para cualquier disciplina donde el conocimiento es el eje.

Párate un momento a pensar por qué el vídeo es el formato estándar. Lo es porque, durante años no había alternativa.

¿De qué sirve filosofar sobre herramientas sofisticadas cuando todo lo que tienes es un palo, cuerda y una piedra?.

Pero ahora existe. La posibilidad está aquí, al alcance de cualquiera que quiera explorarla.

Las claves que nos da la ciencia —personalización, feedback inmediato, práctica deliberada, ajuste a tu nivel, recuperación activa— hoy se pueden comenzar a implementar, medir, corregir y escalar.

Lo que antes era ciencia ficción es ahora una posibilidad tangible.

¿El problema? La mayoría sigue usando esta tecnología de forma zafia. Copian y pegan en ChatGPT igual que antes lo hacían en StackOverflow. No hay proceso, no hay intención, no hay sistema.

La posibilidad existe, pero eso no basta.

Un modelo AI no te va a enseñar por arte de magia. Hace falta intención por parte del alumno/a y método formativo a la altura: Un sistema.

Un engranaje donde lo humano y lo máquina se retroalimenten:

  • El humano traza el camino, cura el contenido, define el criterio.
  • La máquina amplifica, conecta, personaliza, ajusta el feedback y acelera los ciclos de práctica.

Sin sistema, la IA es solo otro atajo cutre basado en hype.

Con sistema, puede convertirse en una herramienta de transformación real.

Al menos, la posibilidad está ahí.

¿Recuerdas lo que es aprender?

¿Qué piensas cuando ves en el gimnasio todos esos póster con personas entrenando (levantando pesos, en bicicletas, etc) mientras sonríen?.

Falso, postizo, irreal.

Cualquiera que haya entrenado de verdad sabe que así no funciona. Son actores. Representan un papel. Pero nada de eso es real.

No hay fondo, solo apariencia.

Ocurre lo mismo con el aprendizaje online moderno. Te lo venden fácil con “Domina”, “Aprende en …..”, “Conviértete en experto” y demás.

De nuevo, la realidad no funciona así. El proceso no es lineal, ni indoloro. No vas consumiendo las N horas de vídeo con esa sonrisa de gilipollas de los covers de YouTube.

Puede que empieces fuerte en la primera lección. Pero cuando llegas a la tercera o cuarta, todo se vuelve más difuso. Arrastras dudas sin resolver, conceptos que no terminan de encajar, detalles que se te escapan.

El aprendizaje real se atraganta, se hace bola.

Es un tira y afloja y así tiene que ser.

No es un proceso limpio ni divertido. Es sucio y estresante, pero predecible porque está sometido a unas reglas. Reglas que conocemos de sobra.

Pero lo más importante es que funciona, y funciona porque tú y yo y el resto de Homo Sapiens estamos programados para ello.

Estamos diseñados para hacer, no solo para ver a alguien hacer.

Recuérdalo en las próximas rebajas de Udemy.

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