Como sociedad somos muy eficientes a la hora de encontrar culpables cuando algo nos incomoda. Da igual el problema, la reacción instintiva es buscar un responsable, señalarle con el dedo y alzar la voz.

Existe una larga lista donde elegir: el gobierno, la clase política, los empresarios, la economía, la familia, los vecinos, el clima, el tráfico… si te empeñas lo suficiente puedes encontrar una explicación para todo.

Aunque esos factores influyen, perdemos de vista algo fundamental: la responsabilidad de todo lo que nos ocurre es nuestra. Al 100%.

Ya sea de forma directa o indirecta nadie puede escapar al principio de acción y reacción.

Nosotros mismos somos la causa de los efectos que ahora vivimos.

Recuperar el control

Expresar rabia e indignación es humano además de necesario. Lo entiendo; sobre todo con las circunstancias actuales. Toda esa frustración debe encontrar un canal de salida.

A lo que no encuentro sentido es a la forma que lo hacemos: solo hacia fuera. Dedicamos toda esa energía a identificar factores —siempre externos— que explican nuestros fracasos y miserias a la luz de la razón para sentirnos confortables.

Ceder el control de las circunstancias con tal de sentirse bien momentáneamente es una mala idea. Comprometes tu futuro, ya que todo el potencial de mejora se basa en una sola premisa: reconocer para poder crecer.

Asumir responsabilidad: el primer paso

Todos necesitamos un hacer un curso intensivo sobre objetividad. No se trata de dar lecciones a nadie ni convertirse en una autoridad moral; ese tipo de personas e instituciones siempre han existido.

En realidad, todo se reduce a un ejercicio de responsabilidad. Asumir la responsabilidad de nuestra propia vida y todas las circunstancias que la rodean es un cambio de mentalidad necesario y el primer paso para recuperar el control de lo único que puedes controlar: lo que hagas el día de hoy —el ahora— y sobre él construir un futuro diferente.

Cambiando las causas tendrás otros efectos.

Deja que te ponga algún ejemplo.

Si estoy a cargo de un negocio que no soporta algunas semanas de inactividad y tengo que cerrar, ¿quién es el responsable?.

Si soy autónomo o profesional independiente y no soy capaz de hacer frente al siguiente pago de impuestos, ¿quién es el responsable?.

Si mis planes de futuro y economía familiar se ha construido sobre la exigencia de ayudas o beneficios fiscales y ahora no están disponibles, ¿quién es el responsable?.

¿Son solo los mil y un factores externos que a todos nos afectan?, ¿o hay algo más?. Quizás tenga que ver el efecto compuesto de un montón de decisiones equivocadas. Quizás muchos de nosotros estamos pagando un alto precio por construir nuestra vida sobre un castillo de naipes.

Creíamos que nunca se caería. Desgraciadamente ahora hay muchas personas desconcertadas, preguntándose y ahora qué mientras recogen los pedazos.

Aprende la lección

A pesar de lo que pueda parecer no estoy predicando con el miedo. No necesitas encontrar culpables ni sentirte culpable. La culpa es una emoción venenosa y no tiene nada que ver con la responsabilidad.

El objetivo de la culpa es librarse y escurrir el bulto, aún a costa de otros. Tú y yo conocemos auténticos maestros y maestras del escaqueo.

La persona responsable está dispuesta a reconocer para así poder mejorar, aunque esto suponga pasar por momentos complicados, o incluso hacer el ridículo.

El mundo nos está dando lección tras lección, pero solo el observador/a las percibe. Mientras la mayoría de personas está ocupada tratando de culpabilizar a su mano izquierda de lo que hace su mano derecha, debes darte cuenta de que no hay división posible: formamos parte de un mismo todo.

Encuentra a los culpables cuando los haya y deja que todo el peso de nuestra maquinaria legal caiga sobre ellos, pero antes de volver a levantar el dedo y señalar, quejarte o exigir, no olvides que también formas parte del mismo problema.

Igual que yo y que todos, tú también eres responsable.

Eres la otra mitad.