Como seres humanos nuestro paso por este mundo es fugaz. Como en la pequeña línea de tiempo que recorremos todo nos ocurre por primera vez, equivocadamente asumimos que somos los mejores y más sabios, y que nuestras ideas son únicas.

Sin embargo, no es así.

Mucho antes que fueras dado/a luz civilizaciones enteras surgieron, tuvieron su época de esplendor para luego desaparecer dejando un conocimiento del que aprender; una experiencia y lecciones que (a pesar de repetirse una y otra vez) nadie parece tener en cuenta.

Es tan fácil vivir enfrascado en las pequeñeces del día a día (urgencias, problemas, situaciones que requieren atención total) que perdemos la perspectiva necesaria para aprender del pasado y utilizarlo en el presente, en busca de un futuro mejor.

Esta perspectiva es vital para poner un contexto a nuestro entorno y a nosotros mismos en él. Sin ella corremos el riesgo de asumir que lo que pensamos: nuestros valores, ideas (o incluso nosotros mismos/as) son especiales, cuando en realidad no lo son.

Un simple vistazo al pasado te hará concluir que, sin lugar a dudas, gran parte de lo que ahora se considera estándar, aceptable o “buena práctica” será considerado una aberración pasado el tiempo suficiente.

Tienes un buen ejemplo en la medicina. Incontables técnicas médicas utilizadas en todos los hospitales hace menos de un siglo (una minúscula gota en el océano del tiempo) son consideradas como atrocidades hoy en día.

Esta perspectiva no solo se aplica en la ciencia, sino que debemos aplicarla individualmente a todo tipo de ideas.

Incluidas nuestras creencias más íntimas.

Tienes que preguntarte por qué ya no se aplican electro-shocks en los hospitales para enfermos mentales, o por qué no se hacen “sangrías” con el objetivo de limpiar la sangre cortando las venas del paciente. La respuesta es obvia: las ideas fueron cuestionadas y, o bien actualizadas por una nueva versión o bien desechadas en su totalidad.

Todos los adelantos que hoy disfrutamos comenzaron como ideas que fueron evolucionaron porque alguien no estaba satisfecho con el resultado, porque alguien siguió preguntando. No fueron cinceladas en una piedra o escritas en un libro.

Cuestionar cualquier idea sin asumir nada —aún a costa de tirar por tierra el trabajo de años o tener que desaprender lo aprendido— tiene el nombre de ciencia.

Cerrar los ojos (y los oídos) ante lo que ocurre, no preguntar, no cuestionar para tratar de adaptar la realidad a tus creencias y no al revés también tiene un nombre: dogma.

Entender la diferencia explica por qué hay ideas que nunca han cambiado. En esencia siguen siendo las mismas creencias que hace miles de años. Este es el primer y gran signo de alarma; aunque la sociedad y los seres humanos que la forman hayan evolucionado a todo nivel, ahí siguen, desafiando al mismo tiempo.

Las ideas, creencias y filosofías no son buenas o malas per se; depende de cómo las utilices.

Un sano nivel de curiosidad y escepticismo te permitirá vivir bajo una serie de principios, pero siendo flexible —esta es la clave— a nivel mental y aprender de todo y de todos sin aferrarte a nada ni nadie.

Recuerda, eso sí, que en el momento en el que dejes de hacerte preguntas ese mismo conocimiento se convertirá en una camisa de fuerza que poco a poco irá limitando tus movimientos. Lo que es peor, creyéndote especial no serás consciente de que tu capacidad crítica ha sido reemplazada por algún conjunto de ideas que se han fosilizado en tu subconsciente. Tampoco sabrás que estas operan al margen de ti, filtrando —más bien deformando— la realidad para que no tengas que pensar nunca más.

¿Quieres estar realmente al día?. ¿Quieres recuperar la perspectiva y entender tu papel en todo esto?. Entonces apaga la tele, la radio y aléjate del ruido social. Lee los clásicos, aprende de la historia y de aquellos que han existido antes que nosotros. Todo está ahí, visible a plena luz del día.

Deshazte de lo que ya no te valga. Cultiva el espacio donde sembrar nuevas ideas. Las adaptaciones fisiológicas de todos los seres vivos son la clave del proceso evolutivo. Sobrevives porque sabes adaptarte. Lo mismo ocurre a nivel mental.

Desconfía de aquello sobre lo que no se puede preguntar. Recela de lo que no se te permite examinar a la luz de la lógica. La evolución ha tardado millones de años en darte la oportunidad de pensar por ti mismo/a.

Alguien dijo que lo único que nos hace únicos como seres humanos es nuestra mente. Todo lo demás lo puedes encontrar en un cerdo o un caballo. Piénsalo un rato.

Por favor, no renuncies de forma voluntaria a aquello que te define como ser humano.

Cuestiónalo todo.